
Foto: N. García Prieto
El 20 de marzo de 2025 quedará en la historia como un día marcado por la tristeza y la indignación. El Pleno del Congreso, con los votos de PP, Vox, Junts y PNV – y la abstención de ERC y EH Bildu – ha aprobado excluir al lobo ibérico al norte del Duero del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRE). Se trata de un error histórico, un retroceso ambiental y una respuesta cruel y corta de miras a un problema complejo.
El lobo no es de nadie, el lobo es patrimonio de la humanidad. Frente a intereses mercantilistas y privados, es nuestro derecho como ciudadanía contar con una especie que realiza labores ecológicas imprescindibles. La desprotección del lobo se ha realizado por la puerta de atrás, y se ha hecho así porque los partidos que han impulsado la enmienda son perfectamente conscientes de que desproteger al lobo va en contra de la ciencia y de la Ley de Patrimonio Natural.
El lobo resulta clave para salvaguardar el equilibrio ecológico, porque regula las poblaciones de grandes herbívoros, previniendo la degradación del ecosistema. Diversos estudios revelan que su dieta se compone en su gran mayoría de animales silvestres, teniendo los animales explotados en la ganadería un papel residual en su alimentación. La labor del lobo como especie apical, en lo alto de la cadena trófica, es esencial para la biodiversidad y para la salud del medio ambiente.
Por eso, hay que optar por la coexistencia, no por el exterminio. La solución a los retos de la ganadería – que es en sí misma un factor clave en la degradación medioambiental – no pasa por eliminar al lobo, sino por reforzar medidas de prevención y compensación. El Ministerio para la Transición Ecológica destina 20 millones de euros anuales a ayudas por supuestos daños del lobo.
El PP, con el apoyo de Vox, PNV y Junts, se arrodilla una vez más ante el lobby cazador y utiliza al lobo como chivo expiatorio de los problemas rurales. Pero el lobo no es el enemigo, sino todo lo contrario. Criminalizando la biodiversidad no resolveremos el futuro del mundo rural.
La Estrategia para la Gestión y Conservación del Lobo (2022) demuestra que medidas preventivas como cercados, perros guardianes y agrupación de rebaños reducen eficazmente los daños al ganado. Alemania y Francia han logrado la coexistencia sin recurrir a la caza.
En plena crisis climática y de biodiversidad, desproteger al lobo es un paso atrás que contradice los compromisos europeos de restauración de la naturaleza. La fauna salvaje no es un obstáculo, sino un patrimonio a conservar. El lobo ibérico, que estuvo al borde de la extinción en los años 70, merece seguir formando parte de nuestra historia y cultura.
Quienes defendemos una convivencia respetuosa seguiremos trabajando para la protección del lobo y, con él, de nuestros ecosistemas y de los animales que los habitan.